Como un objetivo, como un sueño repetido, como un anhelo alimentado desde el primer paso hasta el último que, en realidad, tan solo fue la antesala de otro primer paso: aquel con el que daba inicio el camino después del Camino.
Volver... Que no es volver a empezar porque no hay marcha atrás posible y el Camino vuelve a quedar ahí, delante, para ser andado por vez primera. Es volver a despojarme del yo-cotidiano, desvestirme del día a día, de la ciudad y de sus gentes, de la rutina dibujada entre las nubes. Volver a llenar la mochila de sueños y de ilusiones, de plegarias y de deseos, de peticiones propias y ajenas, de besos, de abrazos, de intenciones, de pequeños y grandes secretos, de miradas, de mensajes, de silencios, de palabras... De fe... Y que nada pese salvo la ropa y los zapatos...
Volver para dejar mis huellas sobre otras huellas... Mis huellas sobre mis huellas...
(Fotografía: http://siguelashuellas.wordpress.com/2013/02/09/la-mochila-torcida-7o/)
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