Pensamientos, reflexiones, experiencias, historias y vivencias acerca del Camino de Santiago

Soñando el Camino

Recuerdos difusos de un Camino tan solo soñado. Veinte años atrás, tal vez alguno más. Veinte años diciéndome "algún día, algún día", con la esperanza mantenida por quien se sabe llamado. Llamado. ¿Qué me impulsó a ponerme en marcha? ¿Y qué me impidió, hasta entonces, ponerme en marcha?

Diez años atrás. Roncesvalles. Agosto. Una marabunta de peregrinos en los alrededores de la Colegiata. Allí se inicia. O allí lo inician muchos. El inicio. "Algún día, algún día". Ese, solo puedo ser lo que soy: un turista más visitando Roncesvalles. Me late fuerte el corazón. Contemplo, absorto, a los que llegan, a los que se van, a los que entran y salen del "Centro de Atención al Peregrino".

Vuelta a Pamplona en el coche, por la misma carretera que otros transitan andando, en la misma dirección. 790 kilómetros a Santiago de Compostela. La Cruz de los Peregrinos a la izquierda. Una señal indica que el Camino continúa a la derecha. Mi camino de ese día sigue al frente. Se intuye que el Camino de los peregrinos se adentrará en un bosque. "Algún día, algún día". Los peregrinos. ¿Cuándo se convierte uno en peregrino? ¿Puedes serlo, incluso, sin haberte puesto en marcha?

Señales en las carreteras de Navarra, de León, de Asturias, de Aragón, del País Vasco. Camino de Santiago. El símbolo de la concha peregrina. Siempre algunos peregrinos caminando por las secundarias del norte, en cada uno de mis descansos veraniegos allí pasados. La silueta de un peregrino dibujada. Bajo él, una flecha amarilla apuntando a la derecha. Mi camino era el Camino hasta que dejaba de serlo. Ahora el Camino sí es ya mi camino por completo.

Tras el cristal de la ventana de un autobús descubro y contemplo la primera flecha amarilla. Astorga. Las ocho y media de la mañana de un cinco de septiembre. En poco más de una hora, desciendo de ese mismo autobús. Estación de Ponferrada. Comienzo a andar con una mochila colgada a la espalda. Cruzando el puente sobre el río Sil, un anciano me mira fijamente y levantando su mano derecha en señal de saludo, me dice: "Buen Camino, peregrino".

Era el día. Había llegado el día.

Pero el Camino yo ya lo soñaba desde antes. Desde mucho tiempo antes...

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