Pensamientos, reflexiones, experiencias, historias y vivencias acerca del Camino de Santiago

Compostela me llevó hasta el Camino

Así me topé con el regalo de esa Compostela que creí definitivamente arrebatada por el amanecer y que volvía a aparecer ante mis ojos como nunca antes la había visto, casi en tinieblas porque el propio sol cegaba mi mirada. Una Compostela de la que me alejaba en vez de acercarme y que me decía adiós a cuatro voces, una por cada torre de su Catedral. En ese momento, la Sentí como Madre que dice adiós desde el balcón y le pide a su niño que no tarde en volver, bendiciendo, en su sonrisa, el que el niño se vaya de paseo con su novia. Sentí que Compostela me Entregaba al Camino, como si diera el visto bueno a aquella relación que la relegaba a otro plano del Amor, sin perder el suyo. Tanto que el Camino me había llevado hasta Compostela, aquel día Compostela me llevaba hasta el Camino. A pesar de recorrer sus calles esa misma mañana, a pesar de haberme detenido en el Obradoiro, a pesar de haberle hecho una foto a mis botas sobre la placa en el suelo que reconoce al Camino de Santiago como Itinerario Cultural Europeo, a pesar de haberme topado en el carballal de San Lorenzo con el primer mojón que indicaba que quedaban 88,139 km. a Fisterra y 86,337 Km. a Muxía, por aquello de la bifurcación de caminos en la aldea de Hospital, hasta que no vi a Compostela cegado por el sol, diciéndome adiós, diciéndole adiós, no entendí que era justo allí donde el Camino y yo nos cogíamos por vez primera de la mano, como dos locos enamorados. Y justo allí, el Camino empezó a hacer conmigo lo que quiso. Se desnudó, me desnudó, me dejó sin aliento, me llevó hasta el Mar, me alejó de él...

(Sarela da Baixo. Camino a Fisterra y Muxía. 25/2/2017)

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