Como si fuera siempre Navidad, el Camino nos hace ser y sentirnos mejores, acrecienta en nosotros el espíritu de solidaridad y fraternidad con los otros, nos dibuja la sonrisa permanente y nos hace aflorar los buenos deseos. Buen Camino. Renacemos, nos reencontramos con nosotros mismos, miramos al interior del corazón y descubrimos que es posible albergar en él la paz y la esperanza.
La eterna navidad del Camino de Santiago. Llenando siempre de paz y de esperanza a los hombres y mujeres de buena voluntad que peregrinan.
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