(Fotografía.- Stefano Castellano) |
Y qué decir de la infinita, perturbadora nieve
de las enormes extensiones:
ah, qué fábula de hielo su blancura
y cómo nos arroba, cómo nos petrifica al borde
de su mudez. Su forma
de atraernos no es dulce como la de los mares
o serena
como la de ese otro mar que es la llanura.
La nieve nos espanta.
Nos acerca con distante fervor a la belleza.
Nos humilla con su luz seca y grave.
Y nos seduce
porque ella fue la que inventó el misterio.
PIEDAD BONNET
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