Pensamientos, reflexiones, experiencias, historias y vivencias acerca del Camino de Santiago

El templo: la frontera sin guardia

(Fotografía.- Claudio Pupi)

Afuera queda el mundo, con sus ruidos y bullicios, su gente que pasa, sus tiempos con prisas, sus tristes soledades en tantas multitudes. Adentro, la quietud y el tiempo detenido, la paz queriendo abrirse paso en tantas batallas interiores, el silencio profundo restallando en el alma como un grito de Dios. Para eso está el templo: para ser refugio, albergue del alma, lugar de acogida para el que precisa escapar del mundo siquiera un momento. Las puertas abiertas para el creyente y para el descreído, para el que va de paso y para el que busca quedarse un momento a solas con Dios. O consigo mismo. El templo, la frontera sin guardia entre lo mundano y la trascendencia, la invitación al descanso y al cobijo del alma cansada de andar a la intemperie, del alma peregrina que, a veces, no sabe bien a dónde se dirige. El templo, metáfora del Templo infinito del Camino y de todos sus sagrados espacios, sin techos ni cúpulas, donde es posible escapar del mundo y dejar que Dios te atraviese el alma.

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