(Fotografía.- Santy López) |
Dieciséis alas que se aúnan para elevar al cielo el inmenso incensario. Dieciséis manos de tiraboleiro, desgastándose en el tira y afloja de las cuerdas. Vuela, vuela alto el botafumeiro, arqueándose en la nave del crucero, vaivén de gloria, perfume de Dios, diecisiete lapsos de tiempo eternizado, viene y va, viene y va, entre miradas atónitas y emociones contenidas, ondear solemne que abre las puertas del asombro.
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