está precioso el Camino
en su soledad de agosto,
invita a la esperanza
y a la alegría,
a pesar de todo.
Sale el sol cada mañana
y disipa las sombras de la vida
y uno se siente auténtico
tras la máscara
que deja a la intemperie
la sonrisa de los ojos,
siempre tan verdadera.
Está reverdecido
y limpio
porque muchos no comprenden
que las únicas huellas visibles
que deben dejar en el Camino
son las de sus pisadas.
Y ausentes,
el Camino aún conserva
la única huella del aire
y el tiempo detenido
durante meses,
la de la soledad atravesando
el bosque y la montaña.
Creedme,
está precioso el Camino
en su soledad de agosto.
Y te abraza y te besa
sin guardar las distancias.
Y te regala
la inmensidad de la belleza,
la plenitud de la magia,
la caricia de Dios
haciéndose visible
en todo lo visible.
A pesar de todo...
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