Pensamientos, reflexiones, experiencias, historias y vivencias acerca del Camino de Santiago

Santiago nos espera (un Camino de tres)

Yo no tengo sensación de volver porque solo continúo caminando. Volver solo vuelvo cuando regreso a casa. Entonces sí que vuelvo, para darle sentido a haber partido. El Camino carece de sentido si no se vuelve a casa. También se vuelve para seguir andando. El camino de mi vida se alimenta de la Vida del Camino. Por eso, otra vez me detengo en los andares cotidianos para retomar los senderos del Alma.

Ni primero ni segundo ni tercero... ni séptimo... El Camino es uno solo. Vas y vuelves, vas y vuelve, para fundirlo todo en una misma historia. Igual que la vida es una sola, también lo es el Camino. Solo se inicia una vez. Después, la historia continúa. Y no tiene más final que el principio de un Camino Infinito, donde vida y Camino se hará una sola senda. De Luz. De Plenitud. De Eternidad.

Igual que la vida te trae y te lleva por distintos senderos, el Camino te trae y te lleva por distintos trayectos que confluyen en una Compostela que siempre marca el momento de volver. Puede que sea la Compostela del Apóstol. O cualquiera de las múltiples Compostela que conforman cada punto de regreso. Vas y vuelves. Vas y vuelves. Del camino de la vida a la Vida del Camino, siempre en un trayecto de ida y vuelta.

Hoy partimos. A un Camino de tres. Y cada cual a su Camino. Porque el Camino, ante todo, pertenece a cada uno de los que peregrinan desde el Alma. Se comparten vivencias, instantes, lugares de tránsito, momentos para andar cogidos de las manos, para poner en común palabras y silencios. Pero el Camino hace a cada uno de forma distinta y exclusiva. Tan distinta y exclusiva como cada uno hace su Camino.

El mío es un Camino de huellas sobre huellas, de reencuentro con mi yo más verdadero, de silencios profundos y soledades íntimas, que en nada entorpecen las dulces compañías. El mío es un Camino de recuerdos, de lugares por los que anduve solo y maltrecho, de llegada al Obradoiro a dejarme caer, exhausto, sobre los brazos de un hermano, de mirada hacia atrás para empezar de nuevo, de mirada hacia delante para alcanzar aquellos horizontes que dejé escapar de tanto mirar hacia el suelo.

Pero el mío también es el Camino de la ilusión de ver y sentir a quien estrena su ilusión por vez primera. También es el Camino de quienes hacen su Camino junto a mí, compañeras del Alma y de Camino.

El mío no es un Camino de fe pero sí un Camino de Presencias. La de aquellos que me quieren y a quienes quiero. La de aquel que se hizo Luz en el Camino Eterno. La del Dios-Plenitud, dentro y fuera de mí, a un mismo tiempo. No puedo prometer plegarias ante el Apóstol. Sí prometo la oración de mi abrazo por todos los que precisan de su Abrazo.

El mío es el Camino de quien vuelve a contemplarlo todo con ojos de niño.

Ultreia et Suseia. Más Allá y más Arriba está Santiago.

Santiago nos espera.

Hay que seguir andando...

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