Antes de guardarla, repaso todos los sellos de mi Camino. Y me vienen a la memoria cada uno de los lugares en que fueron estampados. La credencial vacía anunciaba anhelos, preludiaba ilusiones ya cumplidas. Ahora, completa y multicolor, es el recuerdo material más preciado del peregrino.
En ella están impresos algo más que fechas y lugares de paso. Hay latidos y emociones, palabras y silencios estampados con tinta invisible.
Cada sello guarda, en sí mismo, un pedazo de mi historia...
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