Pensamientos, reflexiones, experiencias, historias y vivencias acerca del Camino de Santiago

Mientras camino sobre la nieve

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/C4XxugTPdWu/)

La nieve cruje como pan caliente
y la luz es limpia como la mirada de algunos seres humanos,
y yo pienso en el pan y en las miradas
mientras camino sobre la nieve.

Hoy es domingo y me parece
que la mañana no está únicamente sobre la tierra
sino que ha entrado suavemente en mi vida.

ANTONIO GAMONEDA

La Ítaca de un camino largo

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(Fotografía.- Berta García)


Allí terminan los pasos que un día comenzaste en un allá del que partiste, cuando Santiago era entonces el más allá y el más arriba –ultreia et suseia-, destino y meta, la Ítaca de un camino largo, de un hermoso viaje, siempre en la mente y en el alma. Y allí llegaste, como llegaron tantos, cada cual una historia, cada cual un sueño intransferible, cada cual un mundo. En aquella plaza infinita caben todo el mundo y todos los mundos peregrinos. Epicentro de todas las emociones. Kilómetro cero del Camino que comienza cuando acabas tu Camino. Allí comienzan los pasos que te llevan más allá y más arriba –ultreia et suseia- al Obradoiro del Camino de la Vida.

En lo alto del Alto de San Roque

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/DCQvUXIuuNz/)
Atrás quedó Cebreiro, mágico y céltico, ahíto de leyenda y de milagro, de noche fría y púrpura amanecer, maremoto de nubes envolviendo el abismo infinito de Os Ancares, detenido en la orilla del Camino, Piedrafita abajo, invisible, tragado por la inquietante quietud de un cielo convertido en océano. Atrás quedó, misterioso, y la calle empedrada se volvió sendero que ascendía y descendía, elevándose el sol por el oriente, engullendo las nubes, disipando neblinas, compañero otra vez del caminante.

Y atrás quedó Liñares y el pedregoso tobogán entre abedules que acabó mudando en rampa de ascenso hasta lo alto. Y allí, en lo alto del Alto de San Roque, todo era inmensidad de verde y bronce: el Courel delante de los ojos, a la sombra del inmóvil peregrino que lucha contra el viento.

Allí recordé lo que escribió el poeta que soñaba primaveras con las esquinas rotas: "Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar".

Y seguí caminando, con el viento borrándome cosas y con el alma peregrina palpitando recuerdos que ni el viento jamás logrará borrar...

La prueba más difícil

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(Fotografía.- Holly Mac)






Por muy escarpado que sea el sendero, por muy acusada que sea la pendiente, la prueba más difícil que siempre enfrentamos en el Camino es la batalla que libramos con nosotros mismos.

La vida, ese paréntesis

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(Fotografía.- Claudio Pupi)

Descansan en paz
los que dejaron el Camino de la Vida
para seguir viviendo,
presentes en el recuerdo imperecedero,
en la nostalgia desnuda de las tardes
que se mueren sobre el mar...

Descansan en paz
en ese más allá del horizonte
y en este más acá de nuestras almas...

La vida, ese paréntesis...

La muerte,
esa vida vivida,
ese preludio de la inmortalidad...

Seguimos peregrinando
por el Camino de la Vida...

Un loco enamorado

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(Fotografía.- Jesús Varillas)
Déjate atrapar. Deja que el Camino te seduzca y te haga suyo, que te atrape, que te envuelva, que te bese y te acaricie. Que te desnude el alma y la haga temblar. Y te haga temblar.

Deja que el Camino te traspase la piel y te recorra la sangre. Déjale que te susurre en el oído palabras sin palabras. Deja que te cuente sus viejas historias de amores y desamores peregrinos.

Deja que te ame.

Y enamórate.

Apasionadamente. Y si te preguntan qué es ser peregrino, responde que es saberte un loco enamorado que sueña y tiembla, tiembla y sueña con volver a encontrarse con su amor en la próxima esquina de la magia...

Atraviesa la tormenta

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(Fotografía.- Claudio Pupi)




No combatas la tormenta.
Solo atraviésala.
Vístete de paciencia
y atraviésala
con la confianza que da saber
que estás a unos días del sol.

ANXO PÉREZ

Todo es tuyo, peregrino

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(Fotografía.- Mindy Bob Thompson)

No te apresures en seguir andando.
Deja que el alma llore sus silencios.
Si acaso, mira atrás
y verás todo el camino recorrido hasta ese punto,
todo el camino en que venciste, paso a paso,
tu propio cansancio y desaliento.
Respira hondo.
Y verás como todo se armoniza.
En tu cuerpo.
En tu alma.
Y en tu mente.
Espacios sagrados
que también te pertenecen.
Como ese bosque.
Como esa niebla.
Como ese mágico silencio.
Todo es tuyo, peregrino, todo es tuyo.
No te apresures en seguir andando.

Abrazándolo todo




Esa explosión de colores del otoño dibujándose en los árboles, alfombrando el sendero, como haciendo florecer una segunda primavera, ofrenda de hojas a los pies del peregrino. Otoño a pinceladas de ocres y rojos, como un incendio sin llamas, abrasándolo todo. Abrazándolo todo.

Cruzando el Catasol

(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/BzKTjr4ozRn/)
Robles, eucaliptos, alisos y abedules: el frondoso ejército de la belleza, batallando por ganar la contienda contra el sopor de la tarde recién estrenada, aun desperezándose del sol del mediodía. Atrás quedó Melide, humeantes las calderas en las ventanas, el vino templándose en los cuencos... Brindo por ti, Camino, Camino mío, que ya tanto me dueles en el alma después de tanto tiempo siendo tuyo… Atrás quedó el asfalto, la última cuesta junto al cementerio, otra vez los pastos y la tierra. Hasta que el bosque se adueña del paisaje y lucha y vence al tedio de las horas, de los pasos cansados y cansinos. Ahí está el río, con su paso empedrado, con su sombra perpetua e infinita. Juega el peregrino a ser equilibrista sobre las grandes piedras que improvisan un puente sobre el Catasol. Y así lo atraviesa, haciendo equilibrios con la tarde para no descalzarse y seguir caminando, mientras una legión de árboles le clavan en el alma el profundo aguijón de la belleza…

Bajo un cielo infinito

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/CjbAKc7Kl0l/)


Camino
bajo un cielo infinito.

Cuando la vida golpea,
cuando aprieta la soledad
y el próximo horizonte
parece inalcanzable,
alivia detenerte,
levantar la cabeza,
mirar hacia arriba
y decirte:

¡Qué fortuna
caminar
bajo un cielo infinito!

Cogidos de la mano

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(Fotografía.- Israel Castillo García)

Y así cogidos de la mano
nuestro andar será hermoso,
y cuando llegues a tu meta
soltarás mi mano,
pero jamás olvidarás el camino
que tú y yo,
juntos compartimos.

FERNANDO DÁVILA PRADO

Los profundos silencios del Camino

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/B3CS236ioCQ/)

Los profundos silencios del Camino, rasgados por el aire invisible y susurrante, por los hondos latidos que retañen como campanas, por el crepitar de las pisadas sobre la tierra. El peregrino es un mago que atrapa los silencios, moldea sus contornos con sus manos y grita con ellos. Grita. Aunque nadie lo escuche. Porque su grito busca romperse en los espacios, en ese infinito que se extiende más allá de un horizonte. Por eso, grita sin sonidos, desde el silencio. Grita desde sus lágrimas calientes, desde una oración que traspasa sus creencias porque Dios es ese Todo que contempla desde su Ser enamorado del Camino. Dios es el viento y la piedra y el fango y el cielo atravesado de arcoíris. Y es el silencio profundo que acaricia la epidermis desnuda de las almas.

Una historia de amor que nunca acaba

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(Fotografía.- Serena Uccella)
Caben en ella la ropa necesaria y los sueños imprescindibles, las botas camineras y la ilusión descalza, aquello que nos limpia la piel del sudor y de la tierra reseca y empolvada, un mapa de un Camino que no precisa mapas y el atlas de la vida plegado en un bolsillo. Cabe la piedra que quedará posada sobre un hito jacobeo o en el gólgota de siglos donde se asienta una cruz desnuda. Cabe el peso de todos los vacíos. Y cabe el vacío de todos los pesos liberados.

Sobre ella, la concha peregrina, el signo identitario de quien anda caminos buscando un horizonte llamado Compostela.

Se hace nuestra conforme la hacemos, llenándola de todo lo que somos. Y una vez hecha, nos hacemos suyos para siempre. Y así comienza la historia de un amor que se eterniza a cada paso. Nos enlaza los hombros, nos enreda la cintura, en ese abrazo mágico que nos hace uno.

Una historia de amor que nunca acaba. Aunque se llegue a ese horizonte que implica volver al camino de la vida.

Ella quedará otra vez vacía, esperando sueños e ilusiones y el atlas de la vida que cabe plegado en su bolsillo. Llena de todas nuestras nostalgias peregrinas.

Amándonos.

Nuestra.

Siempre.

Andaré este largo camino

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/C24Xy86siPq/)

Andaré este largo camino, este camino tan largo, hasta el final,
hasta el final del corazón, andaré este camino largo, largo, largo...
Se estreche o no la tierra para nosotros, andaremos este largo camino
hasta el final del arco. Que nuestros pasos se tensen cual flechas.
¿Estamos aquí desde hace poco
y dentro de poco alcanzaremos la flecha del comienzo? El viento gira en torno nuestro, gira, ¿qué dices?
Digo: Andaré este largo camino hasta mi final... hasta el final.

MAHMUD DARWISH

La gran invasión

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(Fotografía.- Juan Carlos Navarro)

Es posible que se esté distorsionando su verdadero sentido, que prime lo turístico y lo económico, que el peregrino no encuentre su espacio ni su lugar entre tanto ruido y tanta masificación, que lo espiritual haya quedado relegado a un segundo plano...

Pero no se equivocó Elías Valiña: verdaderamente, estaba preparando una gran invasión...

Un estado del alma

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(Fotografía.- Ángel Giró Camacho)





Nadie podrá explicar jamás qué significa ser peregrino. Porque ser y sentirte peregrino es un estado del alma. La única verdad incuestionable es que el auténtico peregrino amará su Camino con locura. Y hará locuras para seguir amando a su Camino.

Ese paréntesis de tiempo detenido

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/santiago/2023/02/07/perfil-peregrinos-camino-santiago-90-catolicos-48-motivos-espirituales-mayoria-gasta-80-euros-dia/00031675773137403319865.htm
(Fotografía.- Xoan A. Soler)
Esos puntos suspensivos del alma, ese paréntesis del tiempo detenido, ese cuerpo vencido sobre el suelo y bajo el cielo del Obradoiro, ese estar, ese Ser, ese epílogo con vocación de prólogo, ese final preludiando otro principio…

Ya los ojos lo miraron todo, los pies lo anduvieron todo, el corazón –ay, el corazón- lo palpitó todo. El Camino que fue se convirtió en recuerdo. El Camino que será ni siquiera empezó a soñarse. En ese presente, sin pasado ni futuro, la mirada se pierde, los pies se descalzan, el corazón –ay, el corazón- recobra sus pulsos.

Ese paréntesis del tiempo detenido. Esa pequeña y dulce muerte antes de regresar al camino de la Vida. Esa plenitud del vacío. Ese infinito entre dos torres. Ese sueño acabado. Ese sueño que empieza. Esos puntos suspensivos del alma. Esa locura de saberte para siempre peregrino.

Hasta tanto volvamos a encontrarnos

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/C4aR5r5sw0_/)




Que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos,
que el viento sople siempre a tus espaldas,
que el sol brille cálido sobre tu cara,
que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos
y, hasta tanto volvamos a encontrarnos,
que Dios te lleve en la palma de su mano.

(Antigua bendición irlandesa)

Vas y vuelves

https://www.instagram.com/p/B4sG6t5Cydk/
(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/B4sG6t5Cydk/)
Nunca tengo sensación de volver porque solo continúo caminando. Volver solo vuelvo cuando regreso a casa. Entonces sí que vuelvo, para darle sentido a haber partido. El Camino carece de sentido si no se vuelve a casa. También se vuelve para seguir andando. El camino de mi vida se alimenta de la Vida del Camino. Por eso, cada cierto tiempo, me detengo en los andares cotidianos para retomar los senderos del Alma.

No cuento los caminos realizados porque el Camino es uno solo. Vas y vuelves, vas y vuelves, para fundirlo todo en una misma historia. Igual que la vida es una sola, también lo es el Camino. Solo se inicia una vez. Después, la historia continúa. Y no tiene más final que el principio de un Camino Infinito, donde vida y Camino se harán una sola senda. De Luz. De Plenitud. De Eternidad.

Igual que la vida te trae y te lleva por distintos senderos, el Camino te trae y te lleva por distintos trayectos que confluyen en una Compostela que siempre marca el momento de volver. Puede que sea la Compostela del Apóstol. O cualquiera de las múltiples compostelas que conforman cada punto de regreso.

Vas y vuelves. Vas y vuelves. Del camino de la vida a la Vida del Camino, siempre en un trayecto de ida y vuelta.

Venciendo el cansancio

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(Fotografía.-Javier Yarnoz Sánchez)
Claman las voces del cuerpo vencido, quejidos que te afrentan, punzadas hirientes en los pies cansados del largo camino. Te retan, creyéndose siempre vencedores de un combate desigual contra tus ganas de alcanzar otro horizonte. Se apoderan de tu mente. Y de tu alma. Los cansancios del alma son más fuertes que los del cuerpo porque siempre desgastan en silencio.

Déjales que venzan, peregrino. Déjate vencer por el cansancio. Recobra el pulso y el aliento. Descalza tus pies ardientes y déjalos que palpiten a la intemperie. Escucha los quejidos de tu cuerpo, de tus músculos tensos por el esfuerzo. Cierra los ojos y déjate envolver por la brisa y por ese espacio de soledad, tan tuyo, donde te sientes tan roto, tan vencido.

No te apresures en seguir andando. Deja que el alma llore sus silencios. Si acaso, mira atrás y verás todo el camino recorrido hasta ese punto, todo el camino en que venciste, paso a paso, tu propio cansancio y desaliento. Respira hondo. Y verás como todo se armoniza. En tu cuerpo. En tu alma. Y en tu mente. Espacios sagrados que también te pertenecen.

Toma conciencia de tu Ser. Y de tu Estar. Recuenta todos los horizontes que ya has conquistado desde que partiste. Venciste. Siempre venciste. A pesar del cansancio.

El próximo lo tienes al alcance de la vista. Cálzate. Ya tienes las fuerzas necesarias para acallar las voces, si resurgen. Merece la pena caminar, aunque te canses, aunque te caigas. Merece la pena seguir adelante. Con tu cansancio a cuestas, como un peso añadido a tu mochila. Pero vencido otra vez, como siempre que te pones en pie tras un descanso.

Como siempre que sigues andando, a la conquista del próximo horizonte.

Respiro

Cuando camino, alcanzo una sensación de Libertad imposible de describir. Me siento pequeño e inmenso a la vez. Y la tierra y el cielo adquieren dimensiones distintas desde mi pequeñez y desde mi inmensidad. Respiro. Parece un absurdo pero no lo es. Cuando camino el Camino, soy consciente de que respiro. A veces me detengo sin más pretensión que la de respirar, que la de sentir que estoy respirando. Me detengo, abro los brazos y cierro los ojos. E inspiro fuerte, muy fuerte. Casi hasta el ahogo, hasta el borde de la necesidad imperiosa de exhalar el aire inspirado.

Esta nostálgica ternura


Muchas veces no llegas a saber sus nombres. Peregrinos que te ceden su linterna, un peine, la fresca cantimplora… los tomas de la mano para cruzar un riachuelo, te fotografían sin querer, compartes una broma, un “¡cuidado!”, un ronquido retador, un gesto unísono… Partes del albergue cada madrugada sin saber si te despides de ellos para siempre. Por eso, esta ambigua, extraña, nostálgica ternura en el partir de cada día.

EMILIO PEDRO GÓMEZ

Un alto en el Camino

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(Fotografía.- Max Maximov)

La soledad
buscada y requerida,
los pies descalzos,
liberados del ardor
de la larga travesía,
la espalda
sin mochila compañera,
el cuerpo detenido,
el alma
recobrando pulsaciones.

La mirada
tal vez absorta en un recuerdo
o en un presagio
que anticipa lugares y distancias.

Aunque sabe el peregrino
que, después, sus pasos
serán guiados por la magia,
por las huellas de otros peregrinos,
por el sol que acompaña y que calienta,
por el faro de las flechas amarillas.

Un alto en el Camino.
Siempre necesario
para seguir andando.
Con las botas cobijando
los pies reconfortados.
Con la mochila compañera
en la espalda.
Con el alma
desbocándose a cada paso.

Zapatos viejos

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(Fotografía.- Claudio Pupi)



Ya sólo puedo usar zapatos viejos.
El camino que sigo
me los gasta desde el primer paso.

Pero únicamente los zapatos viejos
no desdeñan al camino
y sólo ellos pueden llegar
hasta donde llega el camino.

Después,
hay que seguir descalzo.

ROBERTO JUARROZ

¿Qué vas a hacer, peregrino?

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(Fotografía.- Andre Lux)






Y ahora que has llegado, peregrino, ¿qué vas a hacer con todo el sol de tu Camino, con todas las huellas que has dejado, con todo el caudal de días y de nostalgias?

Las rectas infinitas




Las rectas infinitas, inacabables, que parecen no llevar a ningún lado, siempre acaban llevando a algún lugar, quién sabe si a otro punto de partida de otra recta infinita, inacabable, que acaba llevando a un horizonte...

La cruz arriba

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(Fotografía.- Max Maximov)
Arriba, la cruz arriba.

Peregrino que sube sin aliento la senda escarpada y pedregosa, el camino a la cumbre de la sierra -Atapuerca abajo, la cruz arriba-, el corazón rodando en cada piedra que rueda monte abajo cuando pisa, el corazón clavado en cada piedra donde la cruz se alza cuando llega.

La cruz arriba, desnuda como el alma, atravesando el cielo incendiado de púrpura y naranja con la primera luz del nuevo día, los brazos abiertos como un inmenso abrazo de esperanza a quien perdió la fe hasta en sí mismo, un remanso de paz sin alambradas, un templo sin cúpula ni altares para buscar a dios en la intemperie, un recuerdo clavándose en la tierra de aquellos peregrinos que llegaron al pórtico infinito de su gloria.

La cruz arriba, dibujando en el mapa de los sueños sus cuatro puntos cardinales: al sur, las huellas milenarias de la tierra; al norte, inmenso y puro, el cielo; al este, el sol que renace con la aurora; y al oeste, siempre el horizonte a donde se dirige el peregrino.

Si me muero en Santiago

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(Fotografía.- Carlos Alarcón López)



Si me muero en Santiago no me añores,
mi amor, único amor de mis amores.
Esta es al fin la casa en el camino.
Peregrinando al fin aquí he llegado.

ALEJANDRO BEKES

El rumbo al hombre nuevo



Cada flecha amarilla es una invitación a seguir adelante. No hay flechas que te hagan parar y dar la vuelta, desandar lo andado, desvivir lo vivido. Cada flecha guía hacia una nueva ruta, hacia un nuevo paisaje, hacia un nuevo territorio aún pendiente de ser transitado. El hombre viejo va quedando en el Camino. Cada flecha marca el rumbo al hombre nuevo.

Los pálpitos del alma

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(Fotografía.- Juan Carlos Navarro)
Le encorva el peso de la vida, el paso del tiempo que pasa y pesa sobre el ajado cuerpo. Firme la mirada, sin embargo, descubridora de la belleza que eterniza el alma. Detiene sus pasos y siente que el tiempo se detiene. Respira hondo y contempla la vida que sigue pasando pero ya no pesa. Siente los pálpitos del alma sin arrugas. Camina y el Camino es él mismo en todas sus edades. Porque sabe que ser peregrino no es una cuestión de años sino de latidos. Y los siente, uno a uno, en su alma sin tiempo.

El enigma del Camino

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(Fotografía.- Manu Rodríguez)



Ruinas de San Antón: ¿amanecer de piedra o piedra amanecida? Asoman como una aparición. Y me invade la magia del lugar, jardín de piedra. ¿Quién, con qué romántica destreza, fue desconstruyendo el monasterio hasta dejarlo así, tan espectral, con tal exacta arquitectura de umbral de la melancolía? Al pasar bajo el arco, es como sin ingresara de nuevo –más perplejo esta vez- en el ambiguo enigma del camino.

EMILIO PEDRO GÓMEZ

Todo fluye

Y todo fluye, contigo y en ti, como el agua que brota de la tierra y empapa las suelas de tus botas y enfanga las huellas de tus pasos y te hace barro, para moldearte, como un invisible alfarero con manos de dios, que te va haciendo a imagen y semejanza del propio Camino. Entonces, peregrino, te vuelves piedra y cielo, abrazo de bosque y calor de aldea, viento enamorado y eterno horizonte, manantial de estrellas que se desparraman en el último suspiro de la noche… Y todo fluye, todo es universo y todo es armonía con el Todo, silencio de luna, estruendo del alma, milagro de vida, Camino infinito contigo y en ti, peregrino, contigo y en ti…

Alma despierta

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(Fotografía.- Eva María González)


Lluvia y viento, compañeros de soledades peregrinas. Pasos que no suenan sobre asfalto. Cielo plomizo. Cuerpo cansado. Alma despierta. Mirada baja para evitar que las lentes se empañen. Pensamientos grises como el día recién amanecido. Siempre por delante marchan los dos peregrinos con los que compartí cena y albergue. No me apetece compartir Camino, sin embargo. Ralentizo mis pasos para irme alejando nuevamente. En aquella pequeña aldea, ellos continúan. Yo me quedo, alimentando la esperanza de encontrar cama. Y la encuentro. También mesa y mantel. Y la amabilidad de una mujer desvivida con el peregrino. Las cosas del Camino. La gente del Camino. Protesta el cuerpo que aún no se acostumbró al esfuerzo. Protesta la razón, siempre rebelde. El alma calla, sabedora de que siempre acabarán triunfando sus latidos...

Amo el Camino

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(Fotografía.- Marco Cuda)
Yo Amo el Camino. Lo Amo. Me sobrecoge, me hipnotiza, me estremece, me emociona, me machaca, me tortura, me desnuda, me besa, me posee, me deja sin palabras, me arranca lágrimas de lo más profundo de mis adentros, juega conmigo, me lleva al límite, tan al límite que, a veces, he tenido la sensación de que me deja en las fronteras mismas de odiarlo y es, entonces, cuando más siento que lo Amo. Odiarlo, no porque sí, sino porque, a veces, me hace plantearme si el Camino, realmente, me está regalando Libertad o me la está condicionando, si solo a través de Él puedo Sentirme realmente Libre, si solo a través de Él puedo Sentirme realmente Yo. Si solo en el Camino es posible la Plenitud de mi Ser. Pero en ese límite, en esas fronteras, he Sentido muchas veces que, en realidad, el Camino no existe sin mí, no es posible sin mí, me pertenece como yo le pertenezco. Que el Camino no es lo que aparece en las guías, claro que no. Que el Camino es, sobre todo, el Encuentro con mi propia Armonía. Y, entonces, Siento que lo Amo más que nunca.

Así que, a cada paso que doy, estoy Amando. Estoy Amando al Camino en sí mismo, estoy Amando mi Armonía con el Todo. Cielo, tierra, aire, río, árbol, piedra, sol, luna, nubes, lluvia,... Huellas de Dios, el Todo Amor. Cada dimensión del Camino es una dimensión del Amor. "Siempre que la belleza mira, el amor está allí", escribió Rumi. Yo, en el Camino, me siento mirado por la Belleza. No solo es que yo la contemple y admire, es que me siento mirado por Ella.

Y, cuando me mira, allí está el Amor. Amándome.

Cuando no sucede nada

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(Fotografía.- Alejandro Caravaca Hurtado)
En el Camino hay etapas donde parece que no sucede nada. Como aquellas que atraviesan el páramo leonés: árido, rudo, castigado por fríos vientos en invierno y por el sol abrasador en verano. Sin apenas sombra, llanea y llanea durante kilómetros, atravesando pueblos de nombres evocadores: Trobajo del Camino, La Virgen del Camino, Valverde de la Virgen, San Miguel del Camino, Villadangos del Páramo, San Martín del Camino... Todo evoca el origen de esta sirga jacobea. Pero, en el páramo, a uno se le antoja una utopía alcanzar el próximo horizonte.

Aquella jornada, el páramo me brindó la mayor de las soledades. En mi cuaderno escribí: "Sin día, sin fecha, sin tiempo... La infinitud solo se alcanza sin mirar el reloj". Y así anduve toda la jornada: sin saber qué día era, sin saber qué hora era...

Pero en esos instantes de silencio y soledad, busqué en el interior de mi alma peregrina.

Y supe, al fin, quién era...

Porque pueden pasar cosas transcendentes en esas etapas donde parece que no sucede nada.

Si hablaran

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/Cz8E7T8Mrkq/)
Si hablaran, contarían historias de cielos que se nublan de repente, de largas carreteras que no acaban, de noches sin sueños conciliados y sus reconciliaciones, de vientos que empujan sin descanso, del barro enredándose en las suelas, de un banco de piedra en medio de la nada, de un árbol cuya sombra fue un oasis, de una aldea sin nombre o sin memoria, de una flecha perdida y encontrada, de un llanto de esos que se lloran desde adentro, del sol recién nacido en todos mis puntos cardinales, de la primera vez y la siguiente, de la última vez que fue preludio de otra historia, del dolor impronunciable, del eterno asombro en los ocasos, de la nieve besando mis rodillas y de Compostela desnuda entre mis brazos. Contarían los secretos confesables de millones de pasos peregrinos buscando eternidades que se esconden detrás de un horizonte.

Ay si hablaran...

Caminostalgias

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/CO71dSbsY1r/)
Añoro el Camino...

Los amaneceres del Camino. Los inmensos ocasos del Camino. Las lunas llenas del Camino. Las noches sin luna del Camino. Los días sin días del Camino. El tiempo sin tiempo del Camino. La soledad del Camino. La compañía en el Camino. Los peregrinos del Camino. Las almas que caminan el Camino. Las sonrisas regaladas del Camino. Los llantos porque sí y porque no en el Camino. Las flechas amarillas del Camino. Buscarme, perderme y encontrarme en el Camino. El fango en el Camino. Las tormentas en el Camino. El sol aplastante en el Camino. La niebla que acaricia al peregrino. La nieve volviendo cielo la tierra del Camino. Los inviernos y veranos del Camino. Todos los puntos cardinales del Camino. La Magia del Camino. La Magia en el Camino. Los horizontes del Camino. Los cansancios y descansos en el Camino. Llegar. Y abrazar. Y llorarlo todo. Y reírlo todo. Y volver del Camino. Y volver al Camino. 

Caminostalgias: esas huellas que el Camino ha marcado profundamente en el Alma...

Donde el corazón te lleve


Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieto, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve.

SUSANNA TAMARO

Una metáfora del Camino

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/ChuDUYXDQ02/)

El gran reto del peregrino no es descubrir que el Camino es una metáfora de la vida, sino empezar a concebir la vida como una metáfora del Camino.

No te apresures

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/C1CSYFwKZDh/)

No te apresures en seguir andando. Deja que el alma llore sus silencios. Si acaso, mira atrás y verás todo el camino recorrido hasta ese punto, todo el camino en que venciste, paso a paso, tu propio cansancio y desaliento. Respira hondo. Y verás como todo se armoniza. En tu cuerpo. En tu alma. Y en tu mente. Espacios sagrados que también te pertenecen. Como ese bosque. Como esa niebla. Como ese mágico silencio. Todo es tuyo, peregrino, todo es tuyo. No te apresures en seguir andando.

La Ítaca de un camino largo

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(Fotografía.- Berta Yrago)



Allí terminan los pasos que un día comenzaste en un allá del que partiste, cuando Santiago era entonces el más allá y el más arriba –ultreia et suseia-, destino y meta, la Ítaca de un camino largo, de un hermoso viaje, siempre en la mente y en el alma. Y allí llegaste, como llegaron tantos, cada cual una historia, cada cual un sueño intransferible, cada cual un mundo. En aquella plaza infinita caben todo el mundo y todos los mundos peregrinos. Epicentro de todas las emociones. Kilómetro cero del Camino que comienza cuando acabas tu Camino. Allí comienzan los pasos que te llevan más allá y más arriba –ultreia et suseia- al Obradoiro del Camino de la Vida.