Atesora los días, con todos sus instantes. Saboréalos, mídelos, pálpalos, disfrútalos. Guárdalos en la memoria y en los íntimos rincones del alma. Para recordarlos cuando ya estén perdidos, para recrearlos y volverlos a soñar, mezclando la nostalgia de lo vivido y el anhelo permanente de volver. Porque en todo lo vivido, fuiste. Y en todo lo anhelado, eres. Porque eso es el Camino: un reflejo de ti mismo, peregrino.
No hay comentarios :
Publicar un comentario