en cada fin del mundo,
que separa el más allá
del más acá.
En el mar
acaba la tierra.
Allí donde las huellas
se convierten en estelas.
"Caminante,
no hay camino,
sino estelas en la mar".
Peregrino,
es hora de volver
al Camino de la Vida.
En la cruz
de cada fin del mundo
comienza
el Verdadero Camino.
Junto al mar,
siempre junto al mar.
Por supuesto, hubo una cruz en mi fin del mundo, junto al mar. Me senté, a los pies de la cruz, a contemplarlo. Dejé que el viento, que golpeaba fuerte, me secara las lágrimas. Llamé a casa, para decir que habíamos llegado. Sentí que el Camino-Mujer me besaba en la boca y se bebía mi Alma y que después me la devolvía junto a la Suya propia. Y que se iba, que se iba, diciéndome adiós... Evaporándose con las nubes y con el mar... Se iba... Nunca antes había Sentido tanto que se acababa el Camino, que esa era la meta de esta vez, que el siguiente paso ya no iba a ser un paso peregrino...
(Muxía. 2/3/2017)
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