Siempre el Camino.
Siempre un comienzo
sin final posible.
Da igual donde empieces.
Da igual donde termines.
El Camino no deja de ser un infinito
enredándose en el alma.
Y allí se eterniza.
Y allí se vuelve tuyo.
Y allí te vuelves suyo.
Uno cree regresar
cada vez que ahonda
en sus recuerdos peregrinos.
Y realmente regresa.
A un momento.
A un instante.
A un paso tras otro paso.
A un cansancio.
A un paisaje.
A un punto exacto de la vida.
A este punto exacto de la vida...
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