Repaso todos los sellos de mi Camino. Desde el primero -hace ya cinco años- al último -hace apenas cinco días-.
Y me vienen a la memoria cada uno de los lugares en que fueron estampados. Las credenciales vacías siempre anunciaron anhelos, preludiando ilusiones ya cumplidas. Ahora, completas y multicolor, son el recuerdo material más preciado del peregrino.
En ellas están impresos algo más que fechas y lugares de paso. Hay latidos y emociones, palabras y silencios estampados con tinta invisible.
Cada sello guarda, en sí mismo, un pedazo de mi historia...
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