(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/DCQvUXIuuNz/) |
Y atrás quedó Liñares y el pedregoso tobogán entre abedules que acabó mudando en rampa de ascenso hasta lo alto. Y allí, en lo alto del Alto de San Roque, todo era inmensidad de verde y bronce: el Courel delante de los ojos, a la sombra del inmóvil peregrino que lucha contra el viento.
Allí recordé lo que escribió el poeta que soñaba primaveras con las esquinas rotas: "Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar".
Y seguí caminando, con el viento borrándome cosas y con el alma peregrina palpitando recuerdos que ni el viento jamás logrará borrar...