Estoy cansado y feliz... Y más feliz que cansado... Mucho más feliz que cansado... Infinitamente más...
Ha sido una experiencia maravillosa, indefinible, única. Me quedan de heridas de guerra seis ampollas repartidas entre los dos pies y un ligero dolor de piernas que se acentúa por las noches. Unas y otro desaparecerán seguro en pocos días. Lo que no creo que cicatrice nunca es el jirón que el Camino ha abierto en mi alma. Un jirón de magia, profundo, intenso, enorme...
Quiero volver... Supe que quería volver desde el primer paso... E incluso antes de dar el primer paso...
Al llegar a Santiago, tres sentimientos se fundieron indisolublemente: la intensa emoción del logro conseguido, las ganas de regresar a casa y el deseo enorme de volver a empezar... Si en ese momento hubiera tenido en mi mano la posibilidad de viajar en el tiempo, me hubiera trasladado nueve días atrás a Ponferrada para dar otra vez el primer paso... Y todos y cada uno de los miles de pasos que he dado...
Dicen que el Camino está lleno de magia... Y es verdad... Pero es solo una verdad a medias... O una verdad no suficientemente matizada... Quienes estamos llenos de magia somos las personas... Lo que ocurre es que el Camino logra que toda esa magia aflore e inunde nuestro ser y nuestro espíritu...
La magia no está en el Camino, está en los caminantes... He visto a gente arrastrando los pies, apoyada en dos bastones, dando pasos a duras penas, con el rostro desencajado por el dolor de unas ampollas o de una tendinitis... Pero al pasar por el lado, la sonrisa y el saludo... "Buen Camino"... La sonrisa y el saludo, recibidos y entregados, por parte y parte... La solidaridad, el apoyo, la mano tendida... El don de lenguas de quienes consiguen hacerse entender con los ojos y con las sonrisas dibujadas en los labios...
He visto paisajes imposibles, nubes bajo mis pies, luna llena aliviando la inmensa oscuridad de un bosque antes de amanecer, toda la gama imaginable de verdes, plomizos grises del cielo encapotado, un río tan azul que no parecía un río... Nubes bajo mis pies, ¿te lo imaginas? Como estar por encima del cielo o en el cielo mismo... El amanecer de O Cebreiro puede ser el espectáculo más bello que jamás hayan visto mis ojos... Es la primera vez en mi vida que he llorado viendo amanecer... Daban ganas de tirarse de cabeza, como para sumergirse en ese mar de nubes...
En fin, vuelta a lo cotidiano, a los lunes de oficina, a eso que llamamos "normalidad"...
Nos lo dijimos, en una calle de Santiago, brindando por nuestras vidas con un vino de la tierra y con los ojos empeñados en lágrimas por la despedida, tres compañeros de Camino (llegué solo pero el Camino te va brindando compañeros a poco que empieces a recorrerlo): "El Camino empieza ahora"...
Y así es... El Camino ha empezado justo al llegar a Santiago...
(Cádiz, 19 de septiembre de 2011.- Cinco días antes, había llegado, por primera vez, a Santiago de Compostela)