Abrazar un árbol es abrazar al mundo en un segundo.
Abrazas la vida de lo eterno y la sabiduría del silencio.
Abrazar un árbol, es entrar en la armonía
de sus profundas raíces
y sentir que tus pies están sembrados en la tierra
y que eres parte de ella.
Es descubrir los códigos secretos de nuestra esencia,
que están ocultos dentro de sus membranas,
y al igual que las notas en un pentagrama,
ella, la tierra, lleva toda la historia de la sinfonía de nuestra vida.
Abrazar un árbol, es entrar en contacto con el gran director de orquesta,
suaviza los sonidos agudos y mejora aquellos graves,
para armonizar cada nota con la vibración justa,
equilibrando todos tus mundos disonantes transformándolos en música.
Al Abrazar a un árbol, te reconcilias con la madre tierra,
ella te reconecta, sin palabras, abrazándote con su alma,
y devolverte la esencia divina a la que perteneces.
MARÍA EUGENIA PINAUD