Momentos antes de partir. Todo está preparado. No es la primera vez y por eso me sorprenden estos nervios principiantes y esta ilusión desmedida que ni siquiera tuve la primera vez. Intento explicármelo a mí mismo pero no encuentro las palabras, si es que existen. Hoy me han dicho que lo mío con el Camino es una preciosa Historia de Amor, de las que solo pueden escribirse con mayúsculas y de las que nunca tienen final porque se van eternizando con el tiempo. Por eso volver es un anhelo permanente. Volver es mucho más que colgarme la mochila y cubrir la distancia que separa el punto de partida de la meta. Es regresar a mi yo más profundo e íntimo, al reencuentro con todo lo que soy, a mi esencia más verdadera en comunión con la Inmensa Creación de la que formo parte. Es regresar a la búsqueda incesante de un dios que no precisa de mayúsculas pero que se hace mayúsculo en mi propio ser cuando lo encuentro. Es regresar a mi niñez para volver a contemplarlo todo con ojos de niño.
Atesoro en el alma los anhelos de muchos, secretas confesiones de quienes desean abrazar al Apóstol a través de mi Abrazo y pedirle al Apóstol a través de mis labios. Conmigo vienen todos aquellos que me quieren y a los que quiero. Peregrinos del alma en mi alma peregrina.
Vuelve a ser un Camino de dos y ello me ilusiona y me emociona. Sé que mi compañera de Camino jamás interferirá mi propia soledad querida y requerida. Pero me apetece compartir con ella amaneceres y brumas, los mágicos senderos que se adentran en lo desconocido, el cansancio y la duda, el abrazo después de cada etapa, un puñado de hermosos atardeceres y todos los silencios de un tiempo detenido. Porque un Camino de dos no impide que yo vuelva a reencontrarme, íntimamente, profundamente, con mi propio Camino.
Vuelvo por unos días al centro de mí mismo y de mi mundo. Sé que cuando regrese a casa, me sentiré más pleno y más auténtico. Pero también sé que otro trozo de mi alma lo habré dejado en el Camino. Por eso, nada más descolgarme la mochila, ya estaré soñando en volver. En volver. En volver.
¡ULTREIA ET SUSEIA! Más Allá y más Arriba, nos espera Santiago.