No sé qué amanecer te habrás encontrado allí arriba. Si el del mar de nubes o el del cielo despejado. Tal vez la lluvia anunciada haya puesto grises en los celestes y brumas mañaneras de esas que envuelven los árboles y las almas con dedos invisibles. Sea cual haya sido el amanecer que hayas encontrado allí arriba, espero que nunca lo olvides.
Yo nunca olvidaré mi primer amanecer en O Cebreiro y aquel infinito océano de nubes bajo mis pies y al alcance de mis dedos. A su recuerdo acudo cuando preciso llenarme de aquella inmensa paz interior que entonces sentí.
Aunque me llene de dulces nostalgias. Como ahora, como hoy, pensando en qué amanecer te habrás encontrado allí arriba...