Se esfumaron las palabras. Las lágrimas inventan un nuevo lenguaje. Apenas balbucean los primeros sonidos desde el silencio más profundo y perdido, perdidamente profundo. “Soy”. “Estoy”. ”Pude”. “Llegué”. “Gracias”. ¿Quién puede explicar ese llanto, la mirada perdida y profunda, profundamente perdida, con que el peregrino admira el portento de piedra que se eleva ante sus ojos cuando llega a Compostela?
(Fotografía: Armando González Alameda.- http://www.1000caminos.com/ver_fotografias.php?id_foto=3571)