"El Camino es amorfo, indefinido; se marcha por él, pero nunca se llega a su fin. Es un abismo que está en el origen de todo. El camino elimina escabrosidades y soluciona complicaciones, armoniza la luz y asimila tumultos. El mismo Camino no sabe de quien desciende. Probablemente precedió al Creador" (Lao-Tsé)
Peregrinar es salir.
Salir al encuentro de lo desconocido,
dejar a un lado lo que te traes entre manos
diciendo adiós a las tierras conocidas.
Peregrinar es cargar la mochila a la espalda.
Llevar las cargas al hombro
con el garbo que se pueda.
Caminar con lo puesto y poco más
evitando lo superfluo e inútil.
TOÑA MONZÓN
Monumento al Peregrino. Escultura en bronce de Camilo Rodríguez Vidal. Padrón (A Coruña). Camino Portugués.
Un camino que se pierde en un horizonte que parece inalcanzable. Y tal vez lo sea verdaderamente. Avanzamos y se aleja. Subimos y se nos pierde. Bajamos y reaparece, tan inalcanzable como siempre.
Si pudiéramos alcanzarlo, llegaríamos a la meta de un camino que se acaba. Pero el camino siempre sigue, perdiéndose en la lejanía de un horizonte.
El día que lo alcancemos, se fundirá nuestro camino con el cielo...
Nostalgias del Camino: aparecen con el último paso, conquistan el alma peregrina y alientan el deseo de volver. Día a día. Sueño a sueño. No es posible vencerlas. Solo el propio Camino, otra vez andado, las disipa y aletarga. Hasta que el último paso las despierta de nuevo y las vuelve más intensas y profundas. Las nostalgias del Camino son eternas...
"Hay que volver a Compostela, porque cuando se llega a Compostela como peregrino, Compostela forma parte de uno mismo, y uno mismo forma parte de Compostela" (Alberto Solana de Quesada)
"Da tu primer paso ahora. No importa que no veas el camino completo. Sólo da tu primer paso y el resto del camino irá apareciendo a medida que camines" (Martin Luther King)
La plenitud del vacío. O el vacío de lo pleno. La mirada perdida para encontrar el punto exacto donde comienza la gloria. El infinito entre dos torres. Al alcance de los ojos. Al alcance de los sueños.
La mente en blanco. O en gris. O en todos los colores imposibles que dibuja el alma. La meta. Y la pregunta en el aire: "¿y ahora qué?" La pregunta sin respuesta hasta que el alma responde sin preguntas: "ahora, empieza el Camino".
La meta se vuelve inicio. Y la mirada se nubla, desenfocando lo real para volverlo sueño. Otra vez sueño. Otra vez.
El infinito entre dos torres. Mirándolo, con la mirada perdida, el peregrino va sintiendo que su sueño se eterniza...