Pensamientos, reflexiones, experiencias, historias y vivencias acerca del Camino de Santiago

Tu Camino

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(Fotografía.- Laura Zulian)
Traza tu propia senda como quien traza su propio destino. Las guías están bien para orientarte, no para dirigirte. Los mapas solo trazan caminos que otros dibujaron. Tu Camino no viene dibujado en ningún mapa. No existe sin ti y solo tú puedes crearlo. Más allá de los bosques, de los templos, de los cielos repletos de nubes, del atlántico rugido del mar; más allá de todas las denominaciones, de las credenciales repletas de sellos, de contar los caminos realizados como si el Camino no fuera un infinito que solo termina con la muerte, más allá de las flechas amarillas, de las humanas discusiones sobre kilómetros, compostelas, verdaderos y falsos peregrinos, más allá del Camino de los libros, los videos y las fotografías, está tu Camino, el único que existe realmente, el único que en verdad te pertenece, te seduce, te atrapa, te enamora, te hace suyo para siempre, para siempre, en un idilio eterno que te otorga la auténtica distinción de peregrino.

Eterna y Secreta Compostela

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(Fotografía.- Juan Figueirido)
Eterna Compostela, más eterna que antigua, como la describiera Valle-Inclán. Mágica Compostela de callejones estrechos que te abrazan y donde el tiempo parece detenido. Ruelas que te atrapan, envolviéndote, acariciándote la piel con su piel de piedra. Con sus manos de mujer.

Secreta Compostela, de espacios que descubres con el alma sorprendida, como si fuera un prodigio. Lo escribió Cunqueiro, que uno se acerca a Compostela como quien se acerca al milagro. Y uno se aleja de ella, dejando allí pedazos de su alma. Y por eso hay que volver, a juntarlos de nuevo, a recomponerlos, a recomponerla. Que uno siempre se aleja de ella llevándose en el alma un pedazo de la suya.

Qué ganas tengo de volver a amarte, seductora Compostela, linda muchacha. Sin prisas. Sin pausas.

Como aquella primera vez que te tuve desnuda entre mis brazos...

Otoño a pinceladas

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/CLM44kmD9eM/)


Esa explosión de colores
del otoño dibujándose
en los árboles,
alfombrando el sendero,
como haciendo florecer
una segunda primavera,
ofrenda de hojas
a los pies del peregrino.

Otoño a pinceladas
de ocres y rojos,
como un incendio sin llamas,
abrasándolo todo.

Abrazándolo todo.

La frontera sin guardia

(Fotografía.- Victoria @clauditichi)

Afuera queda el mundo, con sus ruidos y bullicios, su gente que pasa, sus tiempos con prisas, sus tristes soledades en tantas multitudes. Adentro, la quietud y el tiempo detenido, la paz queriendo abrirse paso en tantas batallas interiores, el silencio profundo restallando en el alma como un grito de Dios. Para eso está el templo: para ser refugio, albergue del alma, lugar de acogida para el que precisa escapar del mundo siquiera un momento. Las puertas abiertas para el creyente y para el descreído, para el que va de paso y para el que busca quedarse un momento a solas con Dios. O consigo mismo. El templo, la frontera sin guardia entre lo mundano y la trascendencia, la invitación al descanso y al cobijo del alma cansada de andar a la intemperie, del alma peregrina que, a veces, no sabe bien a dónde se dirige. El templo, metáfora del Templo infinito del Camino y de todos sus sagrados espacios, sin techos ni cúpulas, donde es posible escapar del mundo y dejar que Dios te atraviese el alma.

El regreso al punto de partida

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(Fotografía.- Roberta Ferrario)

Hay un instante en que se pierde la mirada en el vacío, como si fuera necesario el reencuentro con uno mismo antes de volver al mundo. Te hiciste camino en el Camino pero el Camino acaba y ya sientes el suave arañazo de la nostalgia. Después asumirás que el Camino empieza allí donde pusiste fin a tus pasos peregrinos. Pero eso será después. Ahora solo sientes que el final ha llegado, que te duele el cuerpo -y el alma-, que cuando te levantes y vuelvas a colgarte la mochila, solo habrá calles de ciudad que te conducirán tal vez al último refugio de la noche, tal vez a una estación de tren o de autobuses, tal vez a un aeropuerto. El regreso al punto de partida. ¿Cómo se vuelve a ser lo que uno era antes de que el Camino te hiciera peregrino para siempre?

Tus huellas

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(Fotografía: Javier Perti)





Peregrino,
nuca olvides que tus huellas
formarán parte para siempre
de la historia secreta del Camino.

Porque no existe Camino
sin tus huellas.

Sucumbe el alma peregrina

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(Fotografía.- Noemí García)




Desciende el Camino, abrupta, casi dolorosamente, como un tobogán donde el alma se dejara caer definitivamente, paso a paso, amortiguando sus pisadas para evitar lesiones y torceduras. Se estrecha la senda, como si el Camino quisiera atraparla entre sus paredes de piedra. Y la atrapa, enredándola en sus enredaderas, haciéndola suya... Suya... Y sucumbe el alma peregrina mientras baja, paso a paso, lentamente, haciéndose Camino en el Camino, al encuentro final de un puente sobre un río...

Con calma. Con alma

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(Fotografía.- Roberta Ferrario)



Sin prisas, que sabes dónde vas. Descansa. Respira. Tómate tu tiempo en detener el tiempo. El mundo sigue su frenético rumbo. Tú, sin embargo, has encontrado belleza en la lentitud. Despacio. Abraza tu esencia. El Camino hay que andarlo con calma. El Camino hay que andarlo con Alma.

Asomado al otoño




El Camino otoñea en sus hojas caídas como ofrenda amorosa a los pies del peregrino, alfombrando el sendero, haciendo florecer una segunda primavera. El paisaje sobrevive en el amable verde asomado al otoño.

Entre la bruma del sueño

(Fotografía.- Juan Figueirido)



Allí regresas, en los sueños repetidos de las noches donde te buscas y te encuentras, allí, allí donde llegaste con los pies heridos y el alma cosida a costurones, rehecha, latiéndote el pulso en las sienes, en la piel, en todos los sentidos que van más allá de los sentidos. Allí vuelves, en ese viaje peregrino que rompe la rutina y los vacíos, los ecos sordos de la ciudad, el camino sin rumbo de lo cotidiano. Y allí estás, entre la bruma del sueño, contemplando una vez más el infinito entre dos torres.

Despiertas. La niebla se disipa. Regresas a la vida.

Al alma peregrina se le suelta una costura.

Con los ojos cerrados y el alma despierta

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/CE86x4hH1or/)
Ahora que había llegado, echaba la vista atrás y el inicio le parecía muy lejano. Porque el primer paso quedaba muy atrás en el tiempo. El primer paso. Sonrió al recordarlo. La noche casi a punto de ser vencida, el frío inevitable de un amanecer intuyéndose en el cielo violeta, la calle desierta. Y el corazón palpitante, como ahora, retumbando en las fachadas de las casas, en aquel callejón donde iniciaba su aventura. El primer paso. ¿Cuántos habría dado hasta llegar allí? ¿Cuántos miles de pasos habrían conformado su Camino? Su mente divagaba, sin apartar su mirada de la inmensidad arquitectónica de la Catedral. El cuerpo vencido, los pies descalzos, la cabeza apoyada en la mochila. Entonces, se dio cuenta que lloraba. Y cerró los ojos.

Con los ojos cerrados y el alma despierta, dibujó en su mente la película completa de un Camino inacabable. Porque aquella meta del Obradoiro no era más que el principio de un Camino con comienzo pero sin fin. Pensó en lo infinito, en lo eterno, en lo inabarcable de lo inacabable. Y se sintió pequeña en aquella inmensidad de un tiempo sin tiempo.

Lo necesario es caminar


Nada importa saber adónde van y de dónde vienen; lo necesario es caminar, caminar siempre, no estacionarse jamás; ser dueños del valle, de las planicies, de la sierra y de todo lo que la vista abarca.

MARIANO AZUELA

Alguien que busca

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(Fotografía.- Michael Pitt)



El peregrino es alguien que busca.
Se pone en camino detrás de una esperanza.
Cree que hay para él un lugar en el mundo.
Y lo busca, aún sin saber bien
qué es lo que lo empuja. O lo atrae...
Es un hombre que ama la vida
y quiere vivirla con un para qué.
Al ponerse en camino se expone
a que el Dios de la vida le cambie
el para qué de su existencia.

MAMERTO MENAPACE

Llueve

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(Fotografía.- Michael Pitt)



Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme.

Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve…

FERNANDO PESSOA

Manos que ayudan

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/DBGlVzCOR3g/)

"Las manos que ayudan son más nobles que los labios que rezan" (Robert Ingersoll)