Si el Camino te atrapa y se te enreda en el alma y en la sangre, si logras enamorarte profundamente de él, no solo serás peregrino para siempre. Es que así lo sentirás y lo vivirás cada instante de tu vida.
Si descubres que el Camino no acaba en Compostela sino que es allí donde se inicia verdaderamente, cada día serás ese peregrino que el Camino te hizo entender que eras. Y volverás al Camino porque anhelarás renovar ese amor y hacerlo más profundo y más intenso.
Pero sabes que el Camino, en realidad, está dentro de ti. Permanentemente. Eternamente. Por eso nunca dejarás de hablar de él. Nunca dejarás de soñar con él. Como siempre ocurre cuando se está enamorado.
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