Pensamientos, reflexiones, experiencias, historias y vivencias acerca del Camino de Santiago

Uno vuelve siempre

(Fotografía.- Alberto Mato)



Uno vuelve siempre
a los viejos sitios
donde amó la vida.

ARMANDO TEJADA GÓMEZ

El alma boceta sus paisajes

(Fotografía.- Xosé Castro)
El alma boceta sus paisajes, recrea sus espacios, encuentra sus paraísos perdidos. Y los hace suyos para vagar por ellos un instante. O una eternidad de ese tiempo sin tiempo que tan solo es medible por latidos.

Yo ya he estado allí (¡y el alma ha regresado tantas veces!). Y he sentido el frío de sus amaneceres del verano tardío erizándome la piel. Y he llegado exhausto. Sólo, en mi profunda soledad. Y también con esa compañía donde la soledad no se quebranta. Y he vuelto sin mochila, a comprobar que existe simplemente.

Y allí, por vez primera, supe que Dios se baña en un océano de nubes.

Ahora, tal vez, allí estará nevando. Como aquí, en este alma que boceta ese paisaje, que recrea ese mágico espacio y que encuentra en él, una vez más, su paraíso perdido. Y lo hace suyo, suyo, suyo, para vagar por él en esa eternidad de un breve instante.

Donde nos esperan

(Fotografía.- Gil Grácio)








"Siempre acabamos llegando a donde nos esperan" (José Saramago)

Flechas amarillas

(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/Bs0qRvbl8iE/)
Un solo camino, una sola experiencia, toda una vida.

Aquel lugar que te enseña la realidad de este mundo a la vez que estás envuelto en la mayor de las fantasías.

Personas que están siempre, personas pasajeras, personas que pasan de largo y personas que se van dejándote huella en el alma.

Lugares hermosos, pájaros cantando y muchos sueños por cumplir. Crees que llegar es el más importante, pero cuando llegas descubres que erais tú y los demás, significar algo para ellos.

Escuchar brotes de sonrisas y llantos, dar la mano al que lo necesita. Ofrecer tu agua aunque estés sediento y esperar al que va más despacio.

Todas esas cosas me las enseñaste tú, Santiago. No esperar a verte para ser feliz sino ser feliz mientras te esperaba. Serlo todo para los demás y para mí misma. A seguir las flechas amarillas y hacer de mi vida tu Camino.

CARMEN CANSECO SEPÚLVEDA

Un camino de estrellas

(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/B7B7V8PgzUH/)




Arriba, en el cielo,
un camino de estrellas
señala al peregrino
el camino de la tierra.

Abajo,
el camino de la tierra
señala al peregrino
el camino del cielo.

Una historia de amor que nunca acaba


Caben en ella la ropa necesaria
y los sueños imprescindibles,
las botas camineras
y la ilusión descalza,
aquello que nos limpia la piel del sudor
y de la tierra reseca y empolvada,
un mapa de un Camino
que no precisa mapas
y el atlas de la vida
plegado en un bolsillo.
Cabe la piedra que quedará posada
sobre un hito jacobeo
o en el gólgota de siglos
donde se asienta una cruz desnuda.
Cabe el peso de todos los vacíos.
Y cabe el vacío de todos los pesos liberados.

Sobre ella, la concha peregrina,
el signo identitario de quien anda caminos
buscando un horizonte llamado Compostela.

Se hace nuestra conforme la hacemos,
llenándola de todo lo que somos.
Y una vez hecha,
nos hacemos suyos para siempre.
Y así comienza la historia de un amor
que se eterniza a cada paso.
Nos enlaza los hombros,
nos enreda la cintura,
en ese abrazo mágico que nos hace uno.

Una historia de amor que nunca acaba.
Aunque se llegue a ese horizonte
que implica volver
al camino de la vida.
Ella quedará otra vez vacía,
esperando sueños e ilusiones
y el atlas de la vida
que cabe plegado en su bolsillo.
Llena de todas nuestras nostalgias peregrinas.

Amándonos.

Nuestra.

Siempre.

(Fotografía.- Matilde Saltatetti)