Pensamientos, reflexiones, experiencias, historias y vivencias acerca del Camino de Santiago

Los misterios del Camino

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(Fotografía.- Nuno Santos Lourenço)




Algo de nuestro propio misterio se funde con todos los misterios del Camino. Y allí queda, eternizándose en todos los lugares donde sentimos la magia de todos sus misterios fundidos con el nuestro. El Camino nos vuelve mágicos. Y nos hace descubrir nuestros propios misterios. Por eso no es posible sentir la plenitud de ser peregrino si no se cree en la magia de los misterios del Camino.

Amanece en el Camino

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(Fotografía.- Sheila Rodríguez)





De repente, el cielo se vuelve naranja y gris y ocre y violeta. Desaparece el negro, reviven los celestes. Se disipan las sombras de la noche. Nace el día. Amanece en el Camino. El sol comienza su andadura. De este a oeste. Como cualquier peregrino...

En la Soledad está tu esencia

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/Cp0heUQMaY4/)

Soledad-compañera
que contigo camina
abrazándote el alma peregrina,
amante verdadera
que, a solas, te desnuda
para el íntimo Encuentro.
Tú, buscándote. Adentro.
Allí donde se anuda
el Ser al Infinito,
el abismo al espacio.
Contigo, va. Camina despacio.
Rompe tu silencio con su grito
que todo lo silencia
mientras te vuelves Camino.
Todo tú eres Camino, peregrino.
Y en esa Soledad está tu Esencia.

Detenerte

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(Fotografía.- Robb Mac)

Detenerte a contemplar el milagro del nuevo día, el incendio del sol tras aquella montaña de magia, tras aquel horizonte al que te diriges como si fuera tu propio destino.

Detenerte a descubrir la belleza cruzando por delante de tu vida, un instante convertido en prodigio, haciéndose eterno ante tus ojos.

Detenerte como parte de la esencia del Camino, que no es solo andar, no es solo ir de un sitio a otro, etapa tras etapa. El Camino es también detenerte a contemplarlo todo con la mirada limpia del alma y sentir el portento de la Vida, la caricia de Dios, el suspiro caliente de la Naturaleza regalándose, regalándote un espacio infinito donde sentirte una parte de ese Todo que vas encontrando en tu Camino.

Estaré preparado

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(Fotografía.- Nuno Santos Lourenço)

Que el amanecer se cubra con un manto de enigmas,
y que, esquivos,
se escabullan rayos de Sol entre la espesura.
Y acaricien las piedras y mitiguen las sombras,
y alumbren mi senda.
Y que el rocío desborde en los prados,
y así luzcan refulgentes,
y verde sombrío.
Que los sellos y los sueños de besos sean,
que de boca a corazón se susurren historias,
y se tornen leyendas,
y un juglar medieval las recite pasados mil años.
Que las miradas se crucen para deleitarse en los brillos,
y que los pasos en los atardeceres vaguen largos,
y lentos, y sabios.
Que en los cobijos, del amparo cuelgue un brasero de antaño,
que a las raíces profundas jamás arribe la escarcha
y que las encrucijadas sugieran un Poniente
que no marchita el anhelo…
…que yo, así transcurran lustros, estaré preparado.

ANTXON GONZÁLEZ GABARAIN "BOLITX"

No cuentan las palabras

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/B3oeuernmh3/)

Sabe que las palabras en realidad no cuentan,
sólo lo que quieren decir muy dentro,
como un secreto, como una plegaria;
ésta es la única plegaria que cuenta.

JEAN-MARIE GUSTAVE LE CLÉZIO

La gente del Camino

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(Fotografía.- Pascual Marín Marina)




Camina sin prisas. Contempla sin prisas. Detente a conversar. El Camino también es su gente, su buena gente, que "no conocen la prisa ni aún en los días de fiesta". "Son buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan", como aquellas del poema machadiano. E invitan a soñar y a vivir cuando pasas. Después, al despedirte, te dirán: "Buen Camino". Que suena a bendición porque tal vez lo sea. Si les miras a los ojos, encontrarás en ellos lo sagrado. "Buen Camino, peregrino": la bendición más hermosa de quienes son parte esencial e inseparable del Camino.

Hontanas

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(Fotografía.- Alessio Tomasella)



Oyes, entre el ulular del viento, tenues tañidos de campanas. En lontananza, sin embargo, solo divisas el mismo horizonte que se aleja. Un espejismo, tal vez, un sonido imaginario producido por el viento. Crepita la tierra enfangada bajo los pies. Viento y fango, meseta que es desierto y soledad, mañana gris de domingo. Y, de repente, el Camino desciende y allí, en la hondonada, aparece Hontanas, como un oasis, como un misterio, como una ensoñación de ojos abiertos. Suenan campanas en la torre de la Iglesia, tañendo tristes, reconfortantes sin embargo. Las siente el peregrino como una bienvenida. El viento calma mientras cruza una calle que es Camino, mientras anda un Camino hecho calle.

Así te volviste peregrino

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/CLpAIILBpUI/)
Dejaste allí tus huellas. Y aunque las borrara el viento y otras huellas de otros caminantes, allí quedaron, volviéndose tierra en la tierra del Camino. Allí quedó tu abrazo al árbol centenario, como un surco invisible e imborrable en el tronco verdecido por el musgo. Allí quedó tu aliento fundiéndose en la niebla como si se besaran dos amantes. Y allí quedó tu piedra, sobre otras piedras, en el humilladero de una cruz desnuda. Y el roce de tus dedos dibujando en el cielo un horizonte.

Lo quieras o no, regresaste al hogar dejando en el Camino pedazos de tu alma. Y te trajiste en la mochila pedazos del alma del Camino. Así te volviste peregrino: desalmándote a pedazos, bendito loco enamorado que sueñas cada día con volver a los brazos de tu amante.

Los almaneceres del Camino

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(Fotografía.- Miguel Zaballa)
Despiertas, para seguir soñando con ojos abiertos. Protesta el cuerpo aún cansado, en ese quejido unánime de huesos que crujen y músculos que se tensan. Revisas las ampollas. También las del alma, sin hilos que la crucen, a veces descarnadas y profundamente dolorosas.

Todo otra vez en la mochila, todo contigo, nada queda atrás. Si algo se olvida, es preciso que quede olvidado para que otro lo encuentre. Si algo precisas, ya te lo dará el Camino.

En el último sorbo de café, piensas que el Camino de allí afuera en realidad comienza en tus adentros. Que no serán tus pies los que caminen sino el alma desnuda y descalzada. ¿Cómo será la etapa de hoy? ¿Adónde me llevará? Revisas, por última vez, el mapa dibujado. Lo doblas y lo guardas en el bolsillo, seguro de que no volverás a utilizarlo. Bastará con seguir las flechas. Y, cuando no haya flechas, el sol será tu guía y compañero.

Amanece, como un milagro repetido y regalado al peregrino. Los amaneceres del Camino son tan del alma, que debieran llamarse almaneceres.

Paso a paso, vas dejando atrás el horizonte de ayer y vas acercándote al de hoy.

Callas. O rezas. O cantas. O lloras.

El sol camina contigo.

Un ser extraño

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(Fotografía.- Manuele Damiani)




El peregrino pudiera parecer un ser extraño, alguien de un mundo distinto, distante del mundo que contempla, del que viene y al que ha de volver, cuando todo acabe. Pero, cuando se puso en marcha, cuando se calzó las botas y se despojó de todo aquello que no cupiese en la mochila, dejó de ser del mundo cotidiano, monótono y gris del que forma parte y que ahora contempla con nuevos ojos y transita con pisadas que le acercan a otro horizonte, otro territorio, otra manera de entender la vida.

Aguarda

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(Fotografía.- Solange Ferraz)



Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieto, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve.

SUSANNA TAMARO

Aquellos lugares donde fuimos

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/CmQ7Dy4s6hm/)

Amamos los lugares
que un día caminamos,
aquellos lugares donde fuimos,
donde nos sorprendió
el milagro de la magia,
donde gritó el silencio
escandalosamente...

Tu propia luz

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(Fotografía.- Alfredo Cobo)






Vayas a donde vayas,
camines hacia donde camines,
lleva siempre tu propia luz,
peregrino...

El sentido del encuentro

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(Fotografía.- Max Maximov)

"Lo que da verdadero sentido al encuentro es la búsqueda, y es preciso caminar mucho para alcanzar lo que está cerca” (José Saramago)

Lugares donde dejar el alma

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(Fotografía.- Robb Mac)

Porque hay lugares donde uno siente que alguna vez dejó para siempre un pedazo de su Alma...

Silencio

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/CXRfdRas8Zd/)





Silencio...

El mágico sonido del agua rompe un silencio de diez siglos incrustados en los muros de un aljibe...

Aquel lugar no pertenece a este tiempo...

Un loco enamorado

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/B_25nsFI3ii/)

Déjate atrapar.
Deja que el Camino
te seduzca
y te haga suyo,
que te atrape,
que te envuelva,
que te bese
y te acaricie.
Que te desnude el alma
y la haga temblar.
Y te haga temblar.
Deja que el Camino
te traspase la piel
y te recorra la sangre.
Déjale
que te susurre en el oído
palabras sin palabras.
Deja que te cuente
sus viejas historias
de amores y desamores
peregrinos.
Deja que te ame.
Y enamórate.
Apasionadamente.
Y si te preguntan
qué es ser peregrino,
responde que es saberte
un loco enamorado
que sueña y tiembla,
tiembla y sueña
con volver
a encontrarse
con su amor
en la próxima esquina
de la magia...

Camina, peregrino

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(Fotografía: Daniel Glugoz)

Camina, peregrino, camina.

Aunque sea para estar
más cerca del horizonte.

Con el alma empapada

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/B5S-eO2AHAm/)
Sientes el alma empapada de emoción, como si hubiera atravesado una tormenta y le hubiera sorprendido la lluvia torrencial a la intemperie, calándole los huesos. Hay tras la plenitud, un momento de vacío, un instante donde todo se detiene, en ti y fuera de ti, donde el cuerpo duele y duelen los pies y las entrañas. Allí donde quedó la huella invisible de tu último paso. Tras la explosión de la llegada, tras los pulsos disparados, tras la desbordada felicidad y el abrazo con otros peregrinos, uno siente la necesidad de dedicarse tiempo, de encontrarse a solas, de besar con todo el cuerpo la tierra prometida del Obradoiro y de llorarlo todo. Todo. Para empapar el alma de esa emoción incontenible como un aguacero. Estás allí. Eres. Llegaste. Y te duele el Camino que dejó de ser camino para volverse sangre recorriéndote las venas, dándote vida. Entonces, te levantas, vuelve el mundo a ponerse en movimiento y tú sonríes cuando dejas, sobre la piedra gris del Obradoiro, la huella invisible de tu primer paso con el que continúas tu Camino.

El final del Camino

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(Fotografía.- Alicja Bokina)







Se detiene la mente,
llega la calma:
el final del camino.

BEGOÑA ABAD

Mi sombra en el Camino

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(Fotografía.- Mario De Pinho Queiroz)
Se alargan las sombras en los amaneceres del Camino. Sobre la tierra se dibuja la figura del peregrino que se eleva sobre ella. Le precede y alcanza primero los espacios del sendero que después pisarán sus pies.

La sombra va delante, siempre inalcanzable, bocetando la silueta de otro-yo que soy yo mismo. Se convierte en guía para los pasos certeros y para los equivocados. Punta de flecha que no se pinta y que solo marca el camino a quien la sombra pertenece.

La sombra sobre el Camino. En el Camino. Fundida con el Camino. Formando parte de él. El Camino es asfalto, arena, piedra, fango... Y sombra.

Se alarga mi sombra en los amaneceres del Camino. Y en mi sombra, el Camino y yo nos hacemos uno. Inseparables. Indisolubles.

Haciéndote peregrino

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/CY8v7jlMlyy/)

Peregrino hacia Santiago,
no le digas al Camino
"lo eres porque yo te hago",
que él te da a ti mejor pago
haciéndote peregrino.

CÉSAR MARTÍN TERÁN

Te pierdes o te encuentras

Te adentras, poco a poco, en la meseta castellana, ruda, árida, de caminos interminablemente rectos, altos de pendientes pronunciadas, lugares aparecidos como por arte de magia y horizontes tan lejanos que parecen inalcanzables. Pocas cosas se viven tan intensamente en el Camino como los días en la meseta burgalesa y palentina. Desde los desérticos y fantasmagóricos pueblos de adobe, donde puedes oír el eco de tus propias pisadas, a las dos decenas de kilómetros de un único y monótono paisaje, sin curvas, sin subidas ni bajadas, sin casas, sin árboles, sin nadie en las lontananzas de los cuatro puntos cardinales, sin ningún lugar donde detenerse. Solo tú contigo mismo. Y ahí no hay término medio: o te pierdes o te encuentras. Recorrer la meseta castellana a pie y sólo me parece una experiencia vital profundamente enriquecedora.

Dos caminos


Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo
y lamentablemente no pude recorrer los dos.
Y siendo yo un viajero solitario, largo tiempo me detuve.
Y miré por uno de ellos, tan lejos como pude
hasta donde se perdía en la maleza.

Entonces consideré el otro, tan recto como el anterior
y poseedor quizá de mejor derecho,
porque el pasto era más alto y deseaba ser recorrido
aunque quienes habían pasado por allí
los habían desgastado casi por igual.

Y esa mañana ambos se tendían
en hojas que ninguna pisada había ennegrecido
¡Ah, dejé el primero para otro día!
Y sin embargo, sabedor de que un camino lleva al otro,
dudé si alguna vez regresaría.

Debería decir esto con un suspiro
en algún momento, dentro de muchas eras;
dos caminos se bifurcaban en el bosque, y yo,
yo tomé el camino menos transitado.
Y esa ha sido la diferencia.

ROBERT FROST

Y cae y cae la lluvia

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(Fotografía.- Michael Pitt)

Días sin sol, como en la vida, cuando la lluvia diluye los colores y pinta de gris el cielo y todo el paisaje se ensombrece. Y cae y cae, sin pausa, desatada muchas veces y otras sin ganas, como si quisiera escaparse la vida a través de las gotas, empapando los pies y el alma, sobre todo el alma. Y cae y cae, enfangando el camino, borrando huellas de pisadas que fueron para que se dibujen otras nuevas, tan efímeras y fugaces como las primeras. Tiene la lluvia un vago secreto de ternura y, por eso, siempre acaba convirtiéndose en caricia. Pero primero batalla en una guerra que ella siempre inicia pero de la que nunca resulta vencedora. No combate el peregrino. Simplemente, camina bajo la lluvia, atravesándola, sabedor de que al final, como en la vida, siempre acaba saliendo el sol. Siempre.

El regreso al mundo

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(Fotografía.- Marcelo Argañaraz)
Acaba el Camino y regresas al mundo. Compostela es la frontera que divide ambas realidades. Y no es lo mismo transitar sus calles para llegar que para volver, después de haber llegado. No es la misma realidad la que atraviesas buscando el Obradoiro que aquella en la que te sumerges cuando el Camino está definitivamente concluido y quedan en la Plaza los últimos suspiros, las últimas emociones, los últimos silencios, las últimas miradas perdidas a ese infinito que es posible encontrar entre dos torres.

Compostela es la transición de tu propio mundo al mundo de todos. Tal vez por ello, allí, curiosa y paradójicamente, el peregrino es alguien al que no se le presta demasiada atención. Simplemente forma parte de un paisaje cotidiano, en el que se distingue por su ropa y su mochila y por poco más. En Compostela no hay deseos de “Buen Camino” porque allí el Camino es desembocadura y término. Allí, el peregrino es mirado con cierta indiferencia, tal vez porque no existe diferencia.

Tan solo es alguien más que regresa al mundo desde su mundo.

Auténticos peregrinos

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/Cjx8rhkogGf/)

Lo que nos hace ser auténticos peregrinos no es el Camino en sí mismo sino la forma en que miramos el mundo cuando regresamos del Camino.

En lo alto del Alto de San Roque

(Fotografía.- Martina Carraro)
Atrás quedó Cebreiro, mágico y céltico, ahíto de leyenda y de milagro, de noche fría y púrpura amanecer, maremoto de nubes envolviendo el abismo infinito de Os Ancares, detenido en la orilla del Camino, Piedrafita abajo, invisible, tragado por la inquietante quietud de un cielo convertido en océano. Atrás quedó, misterioso, y la calle empedrada se volvió sendero que ascendía y descendía, elevándose el sol por el oriente, engullendo las nubes, disipando neblinas, compañero otra vez del caminante.

Y atrás quedó Liñares y el pedregoso tobogán entre abedules que acabó mudando en rampa de ascenso hasta lo alto. Y allí, en lo alto del Alto de San Roque, todo era inmensidad de verde y bronce: el Courel delante de los ojos, a la sombra del inmóvil peregrino que lucha contra el viento.

Allí recordé lo que escribió el poeta que soñaba primaveras con las esquinas rotas: "Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar".

Y seguí caminando, con el viento borrándome cosas y con el alma peregrina palpitando recuerdos que ni el viento jamás logrará borrar...

Sube, peregrino, sube


Multiplica por cuarenta y siete el esfuerzo, los latidos del corazón desbocado, sube, peregrino, sube, peldaño a peldaño. Deja el río atrás, abajo, deja que fluya en su corriente imparable bajo el puente, mañana volverás a él. Hoy toca alcanzar la cima del espejo de ciudad que sucumbió bajo el agua y contemplar el milagro de la antigua fortaleza levantada, piedra a piedra, como templo. Como tus pasos, levantados uno a uno, peldaño a peldaño, sobre otro puente. Multiplica por cuarenta y siete los pulsos del alma. Y sube, peregrino, sube, como quien sube la escalera de su propia existencia, sabiendo que la gloria siempre se encuentra en lo más alto.

La clave es caminar

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/Cd6BlfZjQPi/)
Si una cosa he aprendido del Camino, es que él caben todos los caminos, todas las preguntas y respuestas. Cada peregrino vive un camino personal e intransferible. Es una experiencia que nos conecta tanto con nuestro interior que no puede haber cliché de ninguna forma, como no hay dos personas iguales. El Camino te corrige todo o casi todo lo preconcebido: las ideas, los pensamientos, la mochila, hasta la forma de caminar y la vista o más bien la forma de mirar. La clave, mi clave, no es buscar respuestas, ni siquiera tener las preguntas, la clave es caminar, siempre caminar, en el movimiento surgen todas las preguntas que deban surgir y en el movimiento están también las respuestas. Cuando no sepas qué, camina. Quien camina y camina y camina, en silencio, en soledad, da necesariamente pasos hacia sí mismo, donde están todas las preguntas que importan, las que demoran toda una vida en contestar.

LUIS FERNANDO REDONDO

Cuando camino

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/CJwIBSkFMoa/)
Cuando camino, alcanzo una sensación de Libertad imposible de describir. Me siento pequeño e inmenso a la vez. Y la tierra y el cielo adquieren dimensiones distintas desde mi pequeñez y desde mi inmensidad. Respiro. Parece un absurdo pero no lo es. Cuando camino el Camino, soy consciente de que respiro. A veces me detengo sin más pretensión que la de respirar, que la de sentir que estoy respirando. Me detengo, abro los brazos y cierro los ojos. E inspiro fuerte, muy fuerte. Casi hasta el ahogo, hasta el borde de la necesidad imperiosa de exhalar el aire inspirado. Por cosas como estas me gusta caminar en absoluta soledad. Creo que no sería capaz de hacerlo con alguien al lado, conocido o desconocido. Preciso de un espacio de intimidad absoluta con el Universo. Solos Él y yo. Como si cualquier otra presencia física incomodara e hiciera inviable ese momento. Cuando camino, detengo el tiempo cotidiano y dejo fluir un tiempo que se mide por otros parámetros. Cuando camino, canto, rezo, callo, sufro, pienso, no-pienso, pero todo es absolutamente indeterminado. Todo surge. Todo fluye. Desmedidamente. Sin medida alguna. Como si dentro de mí se desencadenara una explosión inevitable de fuegos de artificio, imprevisibles en sus formas y en sus colores. Suben y explotan, uno tras otro. Hasta que el último sume todo en un profundísimo silencio. Cuando camino, yo Soy el Camino. Sin mí, el Camino no existe. Sin mí, el Camino no tiene Sentido.

Todos los caminos

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(Fotografía.- Rubén Salinas Medina)






Podrás recorrer todos los caminos
que todos los caminos
acabarán en ti

Como una caricia

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(Fotografía.- Brutta Rospa)



Lluvia fina, persistente, suave. Parece que no moja pero empapa el Alma. Bruma, cielo gris que atrapa la tierra, la besa, la posee. Mil tonos de verdes en prados y bosques. Arena y asfalto. Subidas y bajadas. Corazón desbocado. Camino que serpea, caprichosamente, a izquierda y derecha, monte arriba, monte abajo. Soledad que abriga. Silencio que aturde. Dios que se desnuda en la lluvia como una caricia, ya lo dijo el poeta. Como una caricia innumerable...

El vínculo con un paisaje




El vínculo más importante entre una persona y un paisaje no es que se haya estado en él, sino que él haya estado en ti.

KAORI O'CONNOR

El primer paso





Todo se inicia con un paso que te pone en movimiento. Pero lo que realmente te hace avanzar no es el primer paso sino todo aquello que te ha llevado a darlo.

Camina tu camino


Camina tu camino, con paso firme y decidido, adelante, siempre adelante. Serpentea si es preciso, pero una vez fijado el rumbo no lo pierdas de vista.

VERÓNICA BERNAL MARCOS

El arcoiris

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(Fotografía.- Laura Zulian)




Quien siempre camina
mirando hacia abajo,
nunca verá el arcoíris...

Mientras camino sobre la nieve

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/CBgClnIjtjX/)

La nieve cruje como pan caliente
y la luz es limpia como la mirada de algunos seres humanos,
y yo pienso en el pan y en las miradas
mientras camino sobre la nieve.

Hoy es domingo y me parece
que la mañana no está únicamente sobre la tierra
sino que ha entrado suavemente en mi vida.

(...)

Hoy, domingo, la tierra es semejante
a la belleza y la necesidad
de lo que yo más amo.

ANTONIO GAMONEDA

El alma se arrodilla

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(Fotografía.- Lucía Balestrieri)



Detenidos los pasos, el alma se arrodilla. Ante Dios, quien tenga a Dios por fuerza y por cobijo. Ante la inmensidad del Universo, que es verdad innegable para todos. Tal vez el cuerpo se venza de cansancio. O baste la emoción de la llegada. O la necesidad de una plegaria. O el silencio que acompaña la profundidad con la que todo se contempla desde abajo. Detenidos los pasos, alcanzada la meta, el alma se arrodilla. Como una ofrenda. Como un tributo. Como un prodigio: el de dejarse acariciar por Dios, quien tenga a Dios por fuerza y por cobijo. O el de agradecer a la Vida ser parte del Camino y de la inmensidad de ese Universo, que es verdad innegable para todos.

Un Camino de dos

Como escribiera el poeta: "Con tu puedo y con mi quiero, vamos juntos, compañero". 

Un Camino de dos... Y cada cual, su Camino...

Ama el Camino, peregrino

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(Fotografía.- Laura Zulian)
Ama el Camino, ámalo, como un milagro, como un refugio, como una extensión de tu propio Ser. Ámalo, como un tesoro, como un prodigio, como un espejo limpio de tu alma. Ámalo, peregrino, ama el Camino, incluso antes de que sientas que lo amas verdaderamente, incluso antes de hacerlo tuyo y de sentir que te hace suyo. Ámalo, incluso antes del primer paso, del primer latido, del primer llanto, del primer suspiro, de la primera vez que te sientas peregrino. Ámalo, ámalo sin condiciones, incluso antes de su primera caricia, de su primer abrazo y del primer dolor clavándose en las plantas de tus pies. Ámalo, peregrino, ámalo. Y sabrás, cuando estés lejos, cuando sueñes con volver, cuando se enrede en tu alma la nostalgia, que ser peregrino no es andar y andar y andar sino ser un loco enamorado del Camino, al que vuelves siempre, para recorrerlo con el alma, igual que se recorre la piel desnuda de un amante.

Un paso bastará

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/B06SuYvlIhG/)





Más allá de quien eres.
Aunque sólo sea un paso bastará.
Atrévete; confía y nada temas.
Si das un paso, al fin habrás llegado.

ELOY SÁNCHEZ ROSILLO