Pensamientos, reflexiones, experiencias, historias y vivencias acerca del Camino de Santiago

El peregrino y su horizonte

¿Qué sería de un peregrino sin horizonte? Su utopía, su invitación a caminar, su sueño de conquista. Su eternidad. Gracias al horizonte, el Camino es Eterno. Porque detrás de aquel, siempre sigue habiendo Camino.

(Fotografía: Paula Calviño Carracedo)

Junto al mar

(Fotografía: Miguel Muñiz)
Siempre hay una cruz en cada fin del mundo, que separa el más allá del más acá.

En el mar acaba la tierra. Allí donde las huellas se convierten en estelas. "Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar".

Peregrino, es hora de volver al Camino de la Vida.

En la cruz de cada fin del mundo, comienza el verdadero Camino.

Junto al mar, siempre junto al mar.

Los almaneceres del Camino

Despiertas, para seguir soñando con ojos abiertos. Protesta el cuerpo aún cansado, en ese quejido unánime de huesos que crujen y músculos que se tensan. Revisas las ampollas. También las del alma, sin hilos que la crucen, a veces descarnadas y profundamente dolorosas.

Todo otra vez en la mochila, todo contigo, nada queda atrás. Si algo se olvida, es preciso que quede olvidado para que otro lo encuentre. Si algo precisas, ya te lo dará el Camino.

En el último sorbo de café, piensas que el Camino de allí afuera en realidad comienza en tus adentros. Que no serán tus pies los que caminen sino el alma desnuda y descalzada. ¿Cómo será la etapa de hoy? ¿Adónde me llevará? Revisas, por última vez, el mapa dibujado. Lo doblas y lo guardas en el bolsillo, seguro de que no volverás a utilizarlo. Bastará con seguir las flechas. Y, cuando no haya flechas, el sol será tu guía y compañero.

Amanece, como un milagro repetido y regalado al peregrino. Los amaneceres del Camino son tan del alma, que debieran llamarse almaneceres.

Paso a paso, vas dejando atrás el horizonte de ayer y vas acercándote al de hoy.

Callas. O rezas. O cantas. O lloras.

El sol camina contigo.

El amanecer más hermoso

Tal vez el amanecer más hermoso que haya contemplado en mi vida. A más de 1.300 metros sobre el nivel del mar, divisé otro mar distinto que se extendía hasta el horizonte. Todo un océano de nubes, justo debajo de mis pies. Y yo, arriba. Si no fuera por la evidente certeza de que mis pies pisaban tierra firme, hubiera creído que estaba levitando.

Acababan de dar las ocho. Y tenía el alma cosida a ampollas. Mucho más que los pies. Allí, asomado al aparente abismo de la nada, encontré todo. Y me limpié del todo.

Después, me tomé un café hirviendo y seguí caminando...

Hay alguien aquí que tiembla

Pero el silencio es cierto.
No, no estoy solo.
Hay alguien aquí que tiembla.

(Parafraseando a Alejandra Pizarnkik)

Soñando juntos

"Cuando soñamos solos, sólo es un sueño. Pero, cuando soñamos juntos, el sueño se puede convertir en realidad" (Cora Weiss)

Feliz bajo la nieve

(Fotografía: Miguel Muñiz)



apenas si podías inclinarte para
tocar la nieve

desconocías el secreto
de tanta luz agolpada

no sentías el frío
bajo tus pies sólo el crujir del blanco
su transparencia

eras feliz

ÁNGEL CAMPOS PÁMPANO

Una curva abierta

“Parecía que habíamos llegado al final del camino y resulta que era sólo una curva abierta a otro paisaje y a nuevas curiosidades” (José Saramago)

La vida, ese paréntesis

(Fotografía: Ángel Requena Villar)
Descansan en paz los que dejaron el Camino de la Vida para seguir viviendo, presentes en el recuerdo imperecedero, en la nostalgia desnuda de las tardes que se mueren sobre el mar...

Descansan en paz en ese más allá del horizonte y en este más acá de nuestras almas...

La vida, ese paréntesis... La muerte, esa vida vivida, ese preludio de la inmortalidad...

Seguimos peregrinando por el Camino de la Vida...