Pensamientos, reflexiones, experiencias, historias y vivencias acerca del Camino de Santiago

Con el alma empapada

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(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/B5S-eO2AHAm/)
Sientes el alma empapada de emoción, como si hubiera atravesado una tormenta y le hubiera sorprendido la lluvia torrencial a la intemperie, calándole los huesos. Hay tras la plenitud, un momento de vacío, un instante donde todo se detiene, en ti y fuera de ti, donde el cuerpo duele y duelen los pies y las entrañas. Allí donde quedó la huella invisible de tu último paso. Tras la explosión de la llegada, tras los pulsos disparados, tras la desbordada felicidad y el abrazo con otros peregrinos, uno siente la necesidad de dedicarse tiempo, de encontrarse a solas, de besar con todo el cuerpo la tierra prometida del Obradoiro y de llorarlo todo. Todo. Para empapar el alma de esa emoción incontenible como un aguacero. Estás allí. Eres. Llegaste. Y te duele el Camino que dejó de ser camino para volverse sangre recorriéndote las venas, dándote vida. Entonces, te levantas, vuelve el mundo a ponerse en movimiento y tú sonríes cuando dejas, sobre la piedra gris del Obradoiro, la huella invisible de tu primer paso con el que continúas tu Camino.

El final del Camino

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(Fotografía.- Alicja Bokina)







Se detiene la mente,
llega la calma:
el final del camino.

BEGOÑA ABAD