Nadie podrá explicar jamás qué significa ser peregrino. Porque ser y sentirte peregrino es un estado del alma. La única verdad incuestionable es que el auténtico peregrino amará su Camino con locura. Y hará locuras para seguir amando a su Camino.
Pensamientos, reflexiones, experiencias, historias y vivencias acerca del Camino de Santiago
Ese paréntesis de tiempo detenido
(Fotografía.- Xoan A. Soler) |
Ya los ojos lo miraron todo, los pies lo anduvieron todo, el corazón –ay, el corazón- lo palpitó todo. El Camino que fue se convirtió en recuerdo. El Camino que será ni siquiera empezó a soñarse. En ese presente, sin pasado ni futuro, la mirada se pierde, los pies se descalzan, el corazón –ay, el corazón- recobra sus pulsos.
Ese paréntesis del tiempo detenido. Esa pequeña y dulce muerte antes de regresar al camino de la Vida. Esa plenitud del vacío. Ese infinito entre dos torres. Ese sueño acabado. Ese sueño que empieza. Esos puntos suspensivos del alma. Esa locura de saberte para siempre peregrino.
Hasta tanto volvamos a encontrarnos
(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/C4aR5r5sw0_/) |
Que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos,
que el viento sople siempre a tus espaldas,
que el sol brille cálido sobre tu cara,
que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos
y, hasta tanto volvamos a encontrarnos,
que Dios te lleve en la palma de su mano.
(Antigua bendición irlandesa)
Vas y vuelves
(Fotografía.- https://www.instagram.com/p/B4sG6t5Cydk/) |
No cuento los caminos realizados porque el Camino es uno solo. Vas y vuelves, vas y vuelves, para fundirlo todo en una misma historia. Igual que la vida es una sola, también lo es el Camino. Solo se inicia una vez. Después, la historia continúa. Y no tiene más final que el principio de un Camino Infinito, donde vida y Camino se harán una sola senda. De Luz. De Plenitud. De Eternidad.
Igual que la vida te trae y te lleva por distintos senderos, el Camino te trae y te lleva por distintos trayectos que confluyen en una Compostela que siempre marca el momento de volver. Puede que sea la Compostela del Apóstol. O cualquiera de las múltiples compostelas que conforman cada punto de regreso.
Vas y vuelves. Vas y vuelves. Del camino de la vida a la Vida del Camino, siempre en un trayecto de ida y vuelta.
Venciendo el cansancio
(Fotografía.-Javier Yarnoz Sánchez) |
Déjales que venzan, peregrino. Déjate vencer por el
cansancio. Recobra el pulso y el aliento. Descalza tus pies ardientes y déjalos
que palpiten a la intemperie. Escucha los quejidos de tu cuerpo, de tus
músculos tensos por el esfuerzo. Cierra los ojos y déjate envolver por la brisa
y por ese espacio de soledad, tan tuyo, donde te sientes tan roto, tan vencido.
No te apresures en seguir andando. Deja que el alma
llore sus silencios. Si acaso, mira atrás y verás todo el camino recorrido
hasta ese punto, todo el camino en que venciste, paso a paso, tu propio
cansancio y desaliento. Respira hondo. Y verás como todo se armoniza. En tu
cuerpo. En tu alma. Y en tu mente. Espacios sagrados que también te pertenecen.
Toma conciencia de tu Ser. Y de tu Estar. Recuenta
todos los horizontes que ya has conquistado desde que partiste. Venciste.
Siempre venciste. A pesar del cansancio.
El próximo lo tienes al alcance de la vista.
Cálzate. Ya tienes las fuerzas necesarias para acallar las voces, si resurgen.
Merece la pena caminar, aunque te canses, aunque te caigas. Merece la pena
seguir adelante. Con tu cansancio a cuestas, como un peso añadido a tu mochila.
Pero vencido otra vez, como siempre que te pones en pie tras un descanso.
Como siempre que sigues andando, a la conquista del
próximo horizonte.
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